Obradoiro Dixital / Revista de Arquitectura / Outubro 2018 / Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia

Cafetería Bardecó

Premio COAG XVI
Interiorismo e reforma interior

García Barbón, 30. Vigo
Villacé y Cominges

Texto

El Edificio Curbera (1939), en el que se ubica el local, es una construcción entre medianeras, de una altura de 14 plantas, destinadas a oficinas y vivienda. En la planta baja se sitúan dos locales comerciales ubicados a un lado y a otro del imponente portal de acceso al edificio.

La fachada principal del edificio, de composición simétrica, responde a los criterios formales de la arquitectura racionalista y es reconocible una influencia Art Deco. El uso del color en el revestimiento exterior acentúa el carácter de dicha composición, usándose para el basamento y banda central un aplacado de piedra de color gris oscuro mientras que los dos cuerpos laterales de balcones se revisten con un aplacado de color gris claro.

El local está ubicado en el lateral izquierdo del portal, y se extiende hasta la fachada trasera. Su anterior organización en planta se distribuía en una sala diáfana compartida por la zona de barra y la zona de mesas, y una parte trasera, más compartimentada, con salida hacia el patio posterior, ocupada por los cuartos húmedos, cocina y baños, sobre los que se ubicaba un altillo para instalaciones. El local no contaba con ningún elemento digno de mención por su valor decorativo o singular.

La propuesta parte de la idea de que la cocina sea el centro del local, uniéndose a ella el espacio de barra y el resto de la sala, excepto las zonas que necesariamente tienen que quedar ocultas, lavado y baños, que se resuelven en una caja cerrada, formalizada con tablero de viroc, a la que se accede fácilmente desde la cocina y el comedor.

La planta se resuelve en forma de L, el lado largo coincide con el eje principal de acceso, desde la entrada al patio posterior, y el corto con el frente a la calle García Barbón. En el lado largo se sitúa el comedor, con un carácter más tranquilo y mesas bajas, abriéndose en el fondo una nueva ventana para favorecer la entrada de luz sur, más cálida. En el lado corto, frente al gran ventanal a la calle, se colocan las mesas altas y la zona más informal. Esta doble iluminación, norte – sur, matiza constantemente el interior del local.

En la sala se recupera toda la altura original, dejando entrever entre las luminarias la instalación de clima, pintada de negro e integrándose con el techo acústico superior. Las luminarias se descuelgan a diferentes alturas, diferenciando por la diferente intensidad y distancias los distintos ambientes que se pretenden conseguir; zona de cena tranquila y zona de barra y bar más animadas...el juego de luz dentro del local es continuo, día y noche, provocando distintas experiencias que siguen el juego de experimentación en la cocina que caracteriza a Santi, máximo responsable del negocio.

En cuanto a los acabados y materiales, al descubrir los pilares de hormigón y ver la potencia que tenían decidimos dejarlos a la vista y trasladar el mismo material a todo el suelo, el techo negro formado por paneles de lana de roca vistos que consiguen un nivel de reverberación óptimo. Dos bancos corridos de tablero de madera de okume,

ordenan la disposición del mobiliario. La barra es de chapa de acero doblada. La carpintería exterior también de acero en negro respeta la potencia del basamento del edificio. Mantenemos la apertura a la calle original del bajo del edifico, con un gran hueco de luz y un cajón de entrada en chapa negra que funciona de zaguán.