El Pabellón de Deportes de Pontevedra
Entrevista a Juan de la Sota
Texto
El Pabellón de deportes de Pontevedra se construye en la década de 1960. Es obra del arquitecto Alejandro de la Sota y del ingeniero Francisco Fernández Conde. La fundación Alejandro de la Sota dispone de amplia información acerca de este proyecto y su construcción. Se trata de una edificación de planta rectangular en la que sus cuatro esquinas rígidas, a modo de torres, arriostran el conjunto y permiten las circulaciones verticales. Las dos secciones del conjunto son iguales, pero de longitud diferente. Entre las torres se disponen las gradas. Los elementos de construcción son prefabricados, de hormigón pretensado para la estructura, los forjados y las gradas. Una cubierta traslúcida sobre una estructura espacial metálica inunda de luz el interior. La envolvente de las fachadas está formada con elementos prefabricados de hormigón acabado con cantos rodados. Es una obra que refleja el lenguaje arquitectónico de Alejandro de la Sota mostrando la «sencillez sencilla» que tanto perseguía. Desgraciadamente, veinte años más tarde de su construcción, el pabellón ha sufrido una intervención desafortunada que desvirtúa el proyecto original.
[Mauro Lomba]: Tenemos abierto el libro del Pabellón Polideportivo de Pontevedra que editó la Fundación Alejandro de la Sota, con el patrocinio del Ayuntamiento de Pontevedra y la colaboración de la Delegación de Pontevedra del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, bajo la dirección y coordinación de Teresa Couceiro. Vamos a charlar un rato acerca de esta obra de tu padre. Fíjate en estas fotos, las sillas de madera, los pilares de hormigón, los cantos rodados…
[Juan de la Sota] Todo esto se tiró. A escombrera. Todas estas sillas. Son holandesas, preciosas, se encuentran en una web alemana; con patas, apilables.
[ML] Estás sillas, que se ven tan bonitas aquí en las fotos, hacen que la obra sea de una escala muy humana y muy familiar.
[JS] Hay una cosa importante en toda la obra de mi padre que es el respeto a los materiales.
[ML] Si, de hecho, en esta obra del pabellón…
[JS] No trata de cubrir estos pilares. No trata de cubrir nada. Los materiales se muestran tal como son.
[ML] Eso es arquitectura honesta. Los materiales que necesitas utilizar se muestran con sus características y cualidades tal como son.
[JS] Los has elegido porque se han mostrado desde el momento en que te los presentaron tal como son, es decir, que no eliges la madera para luego enseñarla. La eliges porque ya se enseña ella a sí misma. En la inauguración de la exposición que hubo sobre mi padre y sobre el pabellón en el Pazo de la cultura, yo dije que hay en esta obra algo que en otras obras no se da. Es un encargo del ayuntamiento de Pontevedra a mi padre, que nació aquí, vivió aquí de joven, y todo lo que hemos visto ya en la exposición del Museo. Y es una obra unos años posteriores al gobierno civil en el que había sido exquisito en todos los materiales, exquisito en los muebles, exquisito en los acabados, exquisito en la escala, exquisito en todo. Es como si al encargarle el gobierno civil, dijera, me han encargado un cuarteto de Mozart. No puede haber nada más exquisito que un cuarteto Mozart, son las obras más sublimes de Mozart, siendo todas sublimes, y de repente, te encargan en tu pueblo, vamos a hablar así, una obra, una obra grande, importante, que no es un cuarteto, te encargan casi una obertura o una sinfonía y en vez de decir, se van a enterar en mi pueblo quién soy yo, hace, o al menos yo lo creo así, su obra más anónima. No hay una obra tan anónima como el pabellón de Pontevedra, en su pueblo.
[ML] Bueno, trabaja con mucha madurez porque hace una obra discreta donde no intenta conseguir nada que lo identifique. Hace una obra como él piensa, como arquitecto, destacando esos materiales tal como son y también coincide con otras de sus obras, en un aspecto que tú comentas a veces, que proyecta unas arquitecturas que por fuera pueden parecer pequeñas, pero luego descubres una explosión de espacio por dentro.
[JS] Pero yo creo que es el primer problema que se le plantea a un arquitecto. Cuando se le encarga una obra de nueva planta a un arquitecto, si acierta en la escala casi va todo hecho. Después todo sale, todo fluye y en el edificio de la Misión Biológica se ve. Es una obra que por fuera parece mucho más pequeña. Yo no sé si le dieron la oportunidad de elegir la parcela, pero parece que la arrincona debajo de esos árboles inmensos para que parezca aún más pequeña. No solo es que los árboles sean grandes, es que están en un terraplén del que nace un bosque en la espalda de la Misión Biológica y entonces aún parece más pequeña. La idea de que acertar en la escala va a hacer que todo lo demás sea más fácil se pone a prueba en un entorno como el de la Junqueira, que es donde se construye el pabellón. Ahora es otra cosa, pero cuando se construyó era un descampado, era casi lo peor de Pontevedra. Se plantea un pabellón acertado en su tamaño, y es una lástima que con la coronación que le han añadido le han dado una escala que no pretendía. Hay unas diapositivas en 35mm del pabellón, yo creo que es recién acabado o en obras, que aparece como esos poblados de pizarra que hay en Lugo, en Terra Chá, que se ven como una macla. Se van apoyando unas construcciones a otras para completar esquinas como la del Pabellón.
[ML] Y están muy pegadas a la tierra.
[JS] Están muy pegadas a la tierra y son características de la arquitectura de Terra Chá; parece que, como una macla, se van agrupando, agrupando unas piezas a otras y acaban siendo como un afloramiento de piedras. Mi padre y la naturaleza, hay ya una tesis en marcha sobre el tema, me hace recordar una historia familiar. Cuando éramos jovencitos, mi madre solía llevar una joya colgada. Era una pirita, un cristal de pirita, dos cubos insertos el uno en el otro. Parece mentira que dos cubos puedan fusionarse y aparecer uno dentro del otro y aflorar. Pues este edificio tiene un poco de ese cubo de pirita que tiene la arquitectura en Terra Chá. Sistemas cúbicos que afloran como si aflorasen unos cristales. Este edificio era eso, en una tierra de barro, pues era una junqueira, en las márgenes del río Lérez, que se desecó para construir todas estas edificaciones que hay ahora, de repente, sale como un afloramiento de piedra. Eso es el Polideportivo de Pontevedra. La relación de mi padre con la naturaleza es muy inteligente porque considera que es tan naturaleza los cristales de pirita, que son sistema cúbico, como el cuello de mi madre en el que va colgado ese colgante de cristales de pirita, entonces es tan naturaleza la junqueira, como el afloramiento de piedras que es el Pabellón.
[ML] Yo sí que veo en la obra de tu padre esa relación, esa inspiración en la naturaleza muchas veces. Cuando te acercas a cualquiera de sus obras puede parecer que no, pero en el momento en que la estás viviendo y disfrutando, descubres que efectivamente el tratamiento que dijiste antes honesto de los materiales, de la relación de los huecos, de la luz en relación con el paisaje, con su entorno, como va suavizando, redondeando los interiores. En el caso de la Misión Biológica, por ejemplo, en el que eliminamos barreras con la colocación de un ascensor, esas texturas que él hace en los aleros o en el parteluz de los ventanales y que trabaja con una textura imitando la corteza de los árboles del bosquecillo que está al lado y esos espacios cálidos que consigue, en este caso en la biblioteca, que es como para entrar en ella y simplemente sentarse y ya ni leer nada de nada.
[JS] Es un salón delicioso para pensar; en una biblioteca no solo se lee, en una biblioteca se piensa. Pero hablábamos de la naturaleza, y es que naturaleza es también todo lo que el hombre hace. La dicotomía entre naturaleza y civilización no existe en mi padre. Si un pájaro o unas velutinas hacen los nidos con pasta celulosa y son preciosos, por qué no considerar que Manhattan es el nido que ha hecho un animal, que anda un poquito más o menos evolucionado. Lo que pasa es que mi padre dice: igual que las abejas construyen en el sistema hexagonal, nosotros hemos aprendido a construir en el cúbico. Se nos da muy bien construir en el cúbico, pero mi padre no considera que la obra del hombre se enfrente a la naturaleza o sea cosa distinta a la naturaleza. Es decir, si ve en el cuello de mi madre una pirita y compara las dos bellezas, el sistema cúbico con el rostro de mi madre y dice, son igual de bellos, pues serán entonces igual de naturales.
[ML] Eso que dices es muy interesante. Yo pienso que la naturaleza encierra todas las respuestas y te las da todas. Pero tu padre lo que está diciendo con su obra no es que la naturaleza tenga todas las respuestas, sino que nosotros y todas nuestras actuaciones somos naturaleza.
[JS] No, no ve enfrentamiento ninguno. Hay una de mis fotos que proyecto siempre; es una chopera en otoño, sin hojas y todos los arbolitos, tun, tun, tun, ordenados en una cuadrícula porque una plantación de chopos en la ribera de un río en Castilla es una obra artificial, y resulta que es de una belleza natural y resulta increíble ver como la naturaleza ordena, o ver que el hombre, como parte de la naturaleza, también ordena. No son enfrentamientos. Evidentemente los árboles nunca nacen espontáneamente en ángulo recto o en hileras rectas. No, pero cuando el hombre actúa, los hombres sensibles actúan conforme a leyes de la naturaleza, la cristalografía y los sistemas en los que cristalizan los minerales no las ha inventado el hombre. El sistema hexagonal, el cúbico, tampoco.
[ML] Y de hecho esa intervención del hombre sobre la naturaleza cuando es correcta, como es honesta, lo que ocurre con otros animales, pues a veces aportan una belleza especial al propio territorio y al entorno.
[JS] Claro, hay una cosa que te duele: antes había un paisaje precioso, la playa de Silgar, año 1900. Había un pueblecito en uno de los extremos, Sanxenxo y una casita a mitad de la playa, «Casa Justo», y ese pueblo y esa casita mejoraban el paisaje y ahora resulta que, con todas las normas del mundo, con todos los funcionarios y técnicos del mundo, ninguna obra, prácticamente ninguna de las que hacemos nosotros, como hombres, mejora el paisaje y tenemos que prohibirnos construir cuando encontramos un paisaje precioso. Tenemos que prohibirnos construir ahí, cuando antes no solo no estropeaba, sino que un pueblecito como Sanxenxo o una casita como aquella, cuadrada, cuadrada del todo con una ventana en uno de los paños que esta fotografiada por Kindel y está retratada por mi padre en las acuarelas, es un sistema cúbico. Resulta que eso mejoraba.
[ML] Es cierto. También creo recordar que fue tu padre el que dijo que el recorrido a través de Castilla adquiría escala y proporción a través de las torres eléctricas y sus catenarias, que te marcaban el ritmo cada cierta distancia.
[JS] Claro, eso no puede estropear el paisaje. Una línea de alta tensión nunca ha estropeado el paisaje, y sabes por qué lo sé, porque cuando eres niño y miras por la ventana en un viaje largo de Madrid a Galicia te sirven de referencia y no te molestan y te empiezas a fijar en la catenaria que hacen los cables. Te empiezas a fijar en el ritmo que tienen las torres. Te empiezas a fijar en lo que son altas torres, torres de alta tensión y torres de baja tensión y empiezas a entenderlo como parte del paisaje. Entonces yo creo que fundamentalmente en la obra del pabellón lo que hay es un entendimiento sutil, que cuando en una zona plana de juncos aparece una edificación, se tiene que parecer bastante, o tiene que estar emparentado con la aparición de unas piedras en un terreno así.
[ML] Y de hecho utilizó también estos elementos prefabricados de hormigón con pequeños cantos rodados.
[JS] Claro, la elección del material…
Y utiliza un elemento con la intención de ser prefabricado, de ser prefabricado modular y que fue montando desde las torres hacia el exterior.
Yo lo decía el otro día en la inauguración de la exposición de Bueu, que son los dibujos más bonitos que hizo mi padre. Los que hizo para el concurso previo de instalaciones deportivas de la Dirección General de Deportes, en los que luego se basó este edificio. La arquitectura debería ser tan fácil que dándole esos dibujos a un constructor pudiera construir sin planos ¿Por qué?, porque hay una cosa que es muy atractiva en la obra de mi padre, que los dibujos son blandos pero la construcción no puede ser blanda. Es como las partituras de Bach, están escritas de tal manera que, aunque no sepas música, aunque no sepas leerlas porque es muy complicado al estar escritas en pequeños papeles abigarrados de notas, la escritura fluye exactamente en el mismo sentido que fluye la música. Luego, cuando esos manuscritos se editan tienen una rigidez mucho más fea que los originales, por eso los grandísimos intérpretes de Bach usan, siempre que pueden, facsímiles. Pues imagínate que a un constructor le pudieran decir exactamente lo mismo, no, usted no va a construir con planos que es, digamos, la edición de los manuscritos, va usted a construir a partir de los originales. Sería un ejercicio de una violencia poética tan grande, decirle al constructor: vas a construir el pabellón de tal manera que no te voy a dar planos, te voy a dar solo los croquis, para que salga tan liviano y salga tan ligero y salga tan frágil, que es una de mis obsesiones en la obra de mi padre, como los propios dibujos.
[ML] Bueno, esa partitura que son los planos del proyecto, como todos los proyectos, tiene una parte importantísima, que a veces se desatiende, que es la dirección, hacer sonar esa partitura que es la construcción de la obra y que en función de quién lo haga y cómo lo haga, también puede producir distorsiones de lo que es la obra.
[JS] Si piensas en lo mucho que le gustaba la música a mi padre, que es una lástima que no se dedicase a la música más que a la arquitectura, es esa cosa extraña entre algo que se escribe, que es una partitura, y algo que suena. Parece que no hay posibilidad de materializar algo escrito en algo que suena. Supongo que cuando se inventó la escritura musical, se hizo como algo necesario, pues hasta ese momento la música era de transmisión oral. Yo canto, escucha como canto, y te lo cantaban, pero es que necesito que lo cante alguien que está lejos, y cómo lo consigo. Pues, eso es la profesión de Arquitecto. Hacer que suene algo que se ha escrito. Los planos, en el fondo, ya no son la partitura. Ya son una edición de la partitura. Los croquis de mi padre que son en papel de fumar, rectificados, dibujados una y otra vez encima… y cómo es el plano del museo de León que firmó con el huesito ese de ¡Ai que roélo! Pues, imagínate que eso es una partitura musical pero se la tienes que dar a un montón de músicos que no saben leer ya manuscritos, que solo saben leer ediciones de partituras musicales. Pues ahí se pierde todo. Lo asombroso de mi padre es que, realmente cuando se construye el edificio se pierde muy poco de esa libertad que tiene al dibujar los croquis. Eso para mí es un misterio.
[ML] Y entonces, volviendo y hablando, en concreto, del pabellón de Deportes de Pontevedra, con todo lo que ya se lleva sugerido los últimos años acerca del interés de su rehabilitación, ¿Cuál es tu opinión acerca, no solo de este caso, en esta obra, sino de lo que está ocurriendo actualmente?, parece que toda la sociedad tiene claro cuáles son aquellos edificios protegidos y que todo el mundo percibe como históricos o monumentales, pero ¿qué está ocurriendo con la arquitectura del último siglo en España frente a las desafortunadas intervenciones que han sufrido, en muchos casos, como es el de este pabellón? y ya no voy a hablar de los derribos. ¿Qué crees que hay que hacer con estas obras?, ¿cómo se pueden proteger o cómo puede distinguir la sociedad o los responsables, que hay determinadas obras que hay que cuidarlas como una partitura?
[JS] No. Es que empezamos mal. No hay determinadas obras. No. Acordándome ahora del montaje de la exposición de mi padre, de cómo era Sanxenxo con la casita blanca de la que ya hemos hablado y que aparece en las acuarelas de mi padre y en la foto de Kindel. Pues hombre, es que es muy difícil: ésta la vamos a respetar y las demás, que no son tan emocionantes, no. Es como si en un caldo decidieras quedarte solo con los garbanzos, cuando resulta que el sabor lo obtienen de la zanahoria, el jarrete y los grelos. Un caldo es todo eso. Pues no puedes decir vamos a respetar solamente el pabellón de Pontevedra. Hay que respetar el caldo en su conjunto. ¿Qué puede hacerse con el pabellón?, lo que se puede hacer es llamar a un arquitecto sensible y nada más, porque sí que hay que actuar sobre los edificios. Cuando me preguntaron sobre del derribo de la casa Guzmán, recordé mucho más la impresión que me produjo el derribo de la casa de doctor Arce en el Viso que no tuvo casi repercusión. Sufrí más porque abrí el periódico como cualquier día y me encontré la foto de la casa y la noticia de que había sido derribada. No existió el prepárate que esto puede suceder. No. Además era una casa que, sin haberla visitado nunca por dentro, me gustaba muchísimo. Es curioso como mi padre niega la fachada en esta casa y en el siguiente edificio que construye que es el gobierno civil, hace un edificio que es fundamentalmente fachada.
[ML] Y también ese doble lenguaje que tienen las obras de tu padre que él es capaz de estar contando historias a través de su arquitectura.
[JS] Como todas las obras buenas, escapan al propio autor. Si pensáramos que mi padre fue consciente de todo lo que contienen sus obras, podríamos pensar de ellas que no eran tan buenas. Eso les pasa a los arquitectos amanerados, a los que tienen tal dominio sobre la obra, que es una obra de arquitecto. Pedro Espinosa, el gran pianista, para mí un genio, me dijo que, como intérprete, él estaba al servicio de la música. Pues un arquitecto está al servicio de la obra y, por lo tanto, hay muchas cosas que la obra dice de sí misma y que el arquitecto solo es médium para que se puedan materializar. Pues, cuando desaparece una obra, esa obra adquiere la capacidad de permanecer, aunque parezca un contrasentido. Es decir, cuando Marilyn muere ya nunca más va a envejecer. Derribada la casa del Doctor Arce, ésta permanece en el dibujito o en la foto de la escalera, de los alzados, y de la no fachada. Y si tú eres arquitecto y te aparece en un libro esa fachada o te aparece ese croquis o te aparece esa foto del interior de la escalera, te emocionas.
[ML] Y tú si has envejecido pero la obra que estás recordando y que ves...
[JS] Los que sentimos cercana la obra de mi padre, hablamos de las obras construidas exactamente con la misma intensidad que de las obras no construidas y hablamos de las obras construidas y derribadas exactamente igual que hablamos de las obras solo proyectadas. Hablamos de los croquis, que es una tontería, un croquis del pabellón. Imagínate que no se construye el pabellón y quedan solo los croquis del encuentro de las escaleras, de las esquinas del pabellón que a mí me parecen asombrosos, o de las perspectivas con las cerchas que se van allí al fondo y los espectadores sentados y los jugadores en la pista. Imagínate que solo existen estos croquis y tú eres arquitecto, pues casi, casi, no necesitas el edificio.
[ML] Efectivamente porque ya te está sonando esa obra…
[JS] Es como mi padre cuando vivía en pensiones, no tenía piano y compraba libros de partituras. Igual que mi madre ha leído novelas siempre, mi padre ha leído partituras siempre. Supongo que cuando alguien abre una partitura de Bach que no se ha interpretado nunca, escucha la música y siente como si tuviera ahí al propio Juan Sebastián Bach sentado al clave y tocando.
[ML] Y las que sí se han distorsionado y hay un consenso generalizado de querer recuperarlas, ¿hay que hacerlas con la rigidez de los planos o hay que volver a retomar los croquis?
[JS] Hay que hacer algo para lo que habitualmente no tenéis tiempo los arquitectos y es tener las manos en los bolsillos, no tenéis tiempo, no vais al pabellón horas, días, meses, a sentaros a ver un partido, a estar quietos, a estar un día solos, a estar un día por la mañana, a estar un día por la tarde. Nunca tenéis tiempo para eso y eso es lo que más cultivó mi padre. Cuando éramos jovencitos, ya sabíamos en qué consistía el domingo además de ir a misa. Consistía en pasarse la mañana o la tarde en el gimnasio Maravillas o en el César Carlos o rodear cualquiera de sus obras o ir al estudio. Mi padre iba al estudio los sábados y los domingos también.
[ML] Estoy de acuerdo, de hecho, la vida de un arquitecto vocacional se confunde con su vida familiar. Uno no deja de ser arquitecto cuando sale del estudio.
[JS] Como le dijo mi madre a Pep Llinás, «yo soy arquitecta pasiva», como los fumadores si estás casada con un fumador. Pero volviendo al pabellón; hay que rehabilitarlo porque lo que le han hecho es una desgracia. Pero hay que tener muchísimo cuidado.
[ML] El caso es que al actuar en una obra también hay que tener la delicadeza suficiente como para tratar de contenerse en la actuación. Simplemente dejar que respire de nuevo.
[JS] Hay que actuar, evidentemente como la arquitectura no se hace para una generación, sino que se hace para varias generaciones, hay que actuar. Ahora, por ejemplo, está el tema de Clesa. ¿Qué se hace con Clesa?, no se va a fabricar más leche en la fábrica de Clesa. Todo acaba siendo un centro de arte. Porque como ahora el arte está por definir, todo cabe en esa botella de clesa. El pabellón de deportes ha sido sala de conciertos, todo el mundo en Pontevedra lo recuerda. Hoy en día ya no, porque hay salas de conciertos en Pontevedra.
[ML] En cualquier caso, son espacios donde la flexibilidad de uso permite que sean muy diferentes los eventos. No solo deportes. Pueden ocurrir otras muchísimas actividades.
[JS] A mí me gustaría que se rehabilitara. Suena mejor la palabra…, vamos a divertirnos… Si te encargasen actuar sobre el edificio, adecuarlo y extirparle el tumor que ha supuesto esa cubierta, y te dijeran elige una palabra sobre lo que tú vas a hacer en ese edificio, pues eliges rehabilitación, eliges restauración, ¿Qué otra palabra?
[ML] Pues no sé, reanimación, tratando siempre de respetar al máximo todo aquello que se conserva de la obra original, eliminando las intervenciones desafortunadas y reinterpretando los croquis de una forma actualizada, en lo que han cambiado las condiciones técnicas y exigencias actuales, pero conservando el espíritu inicial. Yo no creo que tenga que ser una restauración. Creo que es más una rehabilitación.
[JS] Te lo digo porque ahora yo me marco el pisto con lo que hice en la casa de Salcedo y recuerdo que usamos mucho una palabra que quizás nos venga bien para la casa de Castiñeiras que es redimir. Vamos a redimir esta casa. La habían llevado a la mala vida o este edificio lo han llevado a la mala vida. Bueno, vamos a redimirlo, es simplemente ponerlo en el buen camino otra vez porque el edificio está quieto pero al pasar los usuarios es como si caminase.
[ML] Está muy bien elegida la palabra y define bien lo que hay que hacer. Yo cuando elijo reanimar es porque encuentro que el edificio tiene una enfermedad con lo que le está ocurriendo y hay que reanimarlo y extirparle el mal para que vuelva a defenderse.
[JS] Sí, reanimar – redimir. Imagínate que esa fuera la actuación de los urbanistas, de los arquitectos, de los políticos, de todo el mundo; que al pasar por un sitio lo dejaras mejor que como lo encontraste. No tener más aspiraciones que esa, y como dice el escrito de Stevenson, que, al sobrevalorarnos, parece que estamos siempre necesitados de que nos encarguen algo en esta vida importante para demostrar de lo que somos capaces: «crear un cisma o combatir una herejía… mortificar una pasión o vivirla, cuando solo se nos exige soportarnos a nosotros mismos». Solo se nos exige ser felices con el personaje que nos ha tocado ser.
[ML] Bueno y el momento mejor para trabajar y ser arquitecto es cuando consigues esa tranquilidad interior. En la que no necesitas demostrar nada.
[JS] Es lo que habíamos hablado; a mi padre le encargan un edificio en su pueblo. Mira qué cosa. Podía haber hecho algo que, frotándose las manos dijera: se van a enterar en mi pueblo de quién soy yo. Además, no tenía ninguna obra en ese momento en Pontevedra.
[ML] Y fue capaz de contenerse.
[JS] Ni siquiera había hecho la promoción en los terrenos de la familia. Todavía no había hecho nada aquí. Y no. No se enteraron de quién era, e hizo el edificio más anónimo de todos.
[ML] Pues a ver cuándo se reanime, cuando se redima el pabellón, que se haga con ese mismo criterio de anonimato.
[JS] Sí, sobre todo quitarle ese letrero que pone Pabellón Municipal. Que tú pases por allí y te preguntes qué es. Porque hoy en día, tú pasas delante de un edificio y no te importa tanto saber que es un Pabellón Municipal de Deportes como pasa en el Palacio de los Deportes de Madrid, que es una exhibición y además pone Palacio Municipal de los Deportes. Si tú ves un campanario ya es una Iglesia.
[ML] Efectivamente.
[JS] Pues si tú ves un sitio en el que se puede aparcar bien, se puede jugar bien al fútbol, al baloncesto, pues ya es un pabellón de deportes.
[ML] ¿Te parece que repasemos los croquis de tu padre mientras soñamos con la rehabilitación?
[JS] Fíjate, tú estabas mirando esta foto; yo la estaba viendo al revés, y lo increíble es que vista al derecho tiene la misma ligereza.
Es precioso sobre todo porque no pretende serlo.
A ver si lo conseguimos pronto. A ver si conseguimos entre todos redimir el Pabellón de Deportes de Pontevedra.
[ML] Este año tu padre ha sido homenajeado en el Día das Artes Galegas. Queda que su ciudad se comprometa en la pronta rehabilitación de esta representativa obra.
Juan de la Sota Rius es fotógrafo. Fue uno de los comisarios de la exposición que homenajea el trabajo de su padre «Alejandro de la Sota. Pontevedra, 1913 - Madrid, 1996. Construírse/Construír», organizada en el Museo de Pontevedra en mayo y abril de 2018