Vivenda no casco histórico de Santiago
Finalista COAG XV
Vivenda
Rúa de Bonaval. Santiago de Compostela
Jesús Conde García
Texto
En Santiago la relación del caserío con el paisaje agrario es íntima. Hasta mediados del siglo XX la ciudad crece apoyada sobre sus estructuras medievales, los rueiros de salida de la ciudad constituyen la única “expansión” edificatoria fuera de murallas. Estas características morfológicas permiten un privilegiado contacto entre los terrenos agrícolas y las áreas urbanas ya que el crecimiento entorno a los rueiros va a preservar grandes cuñas intersticiales de parcelas rústicas (1).
El paisaje urbano viene determinado: por un lado, por esta convivencia entre las estructuras edificadas y las huertas agrarias, y por otro por el contraste entre el caserío menudo derivado de la parcelación gótica y las fábricas de los grandes contenedores religiosos. Esta estrecha relación entre la naturaleza y actuaciones edificatorias de escala muy diferente, tiene como resultado un tejido urbano excelentemente trabado, rico y heterogéneo, donde la sorpresa y el contraste forman parte de unas secuencias urbanas a las que las transformaciones barrocas han sabido sacar el máximo partido.
El proyecto interviene sobre una de estas estrechas parcelas góticas, recuperando la lógica constructiva y tipológica presente en el pequeño edificio: - los muros como elementos estructurales y estructurantes: lo que conlleva la racionalidad de los forjados horizontales en relación al muro de carga y desde un punto de vista espacial a la valoración de la percepción longitudinal de los muros medianeros que bañados por la luz entre fachadas desarrollan toda su expresividad. Es en el muro de fachada donde se manifiesta otra de sus cualidades: su masa. El espesor de los muros le otorga una gran plasticidad a los huecos, la transición entre interior y exterior se realiza a través de un umbral –contenido en el espesor del propio muro- donde la luz es protagonista con todos sus matices. - el patio trasero como elemento fundamental del tipo, con un aprovechamiento productivo o de servicio en sus orígenes y con unos usos lúdicos o de esparcimiento en la actualidad que suponen una prolongación de la vivienda al exterior, por lo que la fachada trasera -a menudo menospreciada en el pasado- pasa a tener una relevancia especial convirtiéndose en el umbral entre el pequeño jardín y el interior. - la escalera como elemento organizador fundamental del espacio “la casa es imaginada como un ser vertical. Se eleva. (…) La escalera que va al sótano se baja siempre. (…) La escalera del desván, más empinada, más tosca, se sube siempre.” (2). Cada tramo de escalera cobra su personalidad en función del espacio que atraviesa.
La adaptación del tipo arquitectónico a las condiciones topográficas, es lo que marcará la singularidad de cada construcción, permitiendo por un lado una gran diversidad de soluciones particulares y por otro una gran armonía del conjunto. Así, en este caso, se ha procurado por un lado subrayar estas cualidades del tipo y por otro explorar todo el potencial que la singularidad topográfica ofrecía, dada la gran diferencia de cota existente entre la Rúa de Bonaval y la Rúa do Medio. Se pone el énfasis en la expresión de los muros, por un lado, en la linealidad de la medianería y por otro en su masa, en su espesor que se hace más patente en la fachada trasera al desligarse de la gravedad, del peso, mediante una gran apertura en el semisótano que suspende en el espacio todo el muro y que subraya la pretendida relación de igualdad entre el patio y la vivienda.
El entendimiento del tipo arquitectónico y las lógicas constructivas que conlleva nos permitieron intervenir con criterios absolutamente contemporáneos -respetando la normativa que el plan especial del conjunto histórico establece para este tipo de edificios- siempre desde la convicción de que el proyecto, aun cuando se trate de una rehabilitación, debe ser considerado una unidad, un sistema coherente, tanto en su pensamiento y concepción como en su formalización final. La tradición bien entendida debe ser considerada como una evolución tecnológica, que innova y progresa desde la comprensión de los criterios constructivos que el pasado nos enseña.
Evidentemente estos principios de partida nos llevan a que la materialización del proyecto surja del diálogo entre los tres materiales básicos en la construcción del casco histórico: la piedra, la madera y el hierro, desde una expresión arquitectónica contemporánea que valora el rigor constructivo de la tradición, pero que incorpora aquellas mejoras que el extraordinario desarrollo tecnológico actual propicia.
A estos materiales básicos se suman otros que en muchos casos vienen determinados por la normativa del plan especial y por el carácter del paisaje urbano ya que la armonía depende en buena medida de la utilización continuada de una serie de materiales que otorgan unidad de texturas al conjunto edificado: la teja como cubrición; el vidrio en ventanas y lucernarios, el zinc en remates, morteros de cal en fachadas, etc. Esto permite que gran variedad de soluciones y estilos se integren sin problema gracias a esta unidad de material y de escala. En la elección de aislamientos, pinturas y barnices se ha optado por productos fabricados desde criterios de reciclaje y naturales.
(1) Carlos Martí Arís “Santiago de Compostela: La ciudad histórica como presente”, Consorcio de la Ciudad de Santiago de Compostela, 1995, pag.14
(2) Gastón Bachelard “La Poética Del Espacio”, Presses Universitaires de France, París 1957